martes, 26 de octubre de 2010

El retrato~

Aunque genéricamente hablamos del retrato como si se tratase invariablemente de la fotografía del rostro de una persona, su esencia va mucho más lejos. Un retrato implica la participación de muchos elementos y la perfecta armonía de todos ellos. Desde el equipo a emplear hasta la complicidad del modelo -profesional u ocasional-, debemos tener en cuenta que todos los detalles son esenciales y que el fallo de uno solo puede echar por tierra el resultado final. Y es que si hay una imagen que transmita un sentimiento, esa es un retrato.
Por lo tanto, la primera definición de retrato es aquella que se refiere a la expresión plástica de una persona a imitación de la misma, lo que ocurre en la pintura, la escultura y la fotografía. En un retrato predomina la cara y su expresión. Se pretende mostrar la semejanza, personalidad e incluso el estado de ánimo de la persona. Por esta razón, en fotografía un retrato no es generalmente una simple foto, sino una imagen compuesta de la persona en una posición quieta.

El impulso de retratar y fijar a una determinada persona, es un rasgo espontáneo y primordial y se manifiesta de la manera más ingenua atribuyendo un nombre a una imagen genérica, como ocurre con los dibujos de los niños. Se puede hablar en este caso de retrato «intencional». Cuando a este tipo de retrato se le conectan una serie de valores que unen la imagen al individuo, a menudo en el ámbito religioso, se habla de retrato «simbólico»


Retrato «intencional» infantil. La individualización viene proporcionada sólo por el nombre, Mom, esto es, «mamá»


Los primeros retratos de la historia fueron esculturas. Las mismas fases que acompañan la evolución de la producción de un retrato desde la producción infantil a la edad adulta se encuentran también en la historia del arte. Los cráneos humanos encontrados en Jericó, donde los rasgos se recrean con yeso y los ojos con conchitas, manifiestan la voluntad de reconstruir la persona del difunto, pero son retratos plenamente intencionales, en cuanto que están ligados a esquemas del todo genéricos, a pesar del auxilio de la estructura ósea subyacente. Seguramente las primeras representaciones humanas tenían las implicaciones mágicas y sagradas hacia las que se representaban. La creencia de que la imagen se une indisolublemente con aquello que retrata y que permanece por ejemplo en el ámbito negativo, como en aquellos ritos que se reservan a las imágenes de los adversarios tratamientos funestos, según supersticiones aún vivas en los retazos de civilización campesina y pastoral.

El Antiguo Egipto es un ejemplo típico de cultura que, teniendo plenos medios técnicos, evitó la producción de retratos fisonómicos, al menos durante la mayor parte de su historia artística. Muchas figuras indicaban, a través de la aposición de diversos nombres, personajes diversos, comprendidos los retratos de los soberanos, en los cuales el nombre tenía un valor significativo que valía por los rasgos fisonómicos, mientras que no faltan ejemplos de soberanos representados como toros oleones. El realismo se veía como algo bajo y contingente, adaptado a las escenas de la vida cotidiana de las clases inferiores.

Retrato de la reina Nefertiti, Berlín.

El retrato pictórico

Entre los retratos más antiguos de gente particular, que no fueran reyes ni emperadores, son los retratos funerarios que han sobrevivido en el clima seco del distrito de Fayum en Egipto .Son los únicos retratos de la era Romana que han sobrevivido hasta nuestros días, aparte de los frescos.

Giotto, Enrico Scrovegni dona a los ángeles una reproducción de la Capilla de los Scrovegni, Capilla de los Scrovegni, Padua.

En la Edad Media, como ocurre con la escultura, no hubo auténticos retratos hasta el surgimiento de una cierta clase burguesa en la Baja Edad Media. El más antiguo retrato fisonómico de la Edad Media se cree que fue el retablo de San Luis de Tolosa que corona al hermano Roberto de Anjou deSimone Martini (1317). Por lo que se refiere a la clase «media» en ciudades como Venecia,Florencia, Nápoles o Barcelona, frecuentemente financió obras de arte por parte de particulares, a menudo ricos banqueros que de esta manera expiaban el pecado de la usura. Así nace la costumbre de representar a los comitentes en el acto de donar la obra de arte, dentro de la misma obra, como ocurre con Enrico degli Scrovegni retratado en el acto de donar la famosa capilla a los ángeles, pintado por Giotto, o arrodillados a los pies de la figura sagrada, a menudo en proporciones menores como símbolo de su humildad frente a la divinidad. Los donantes además están presentados a la figura divina (la Virgen, Jesucristo) por el santo patrón de su nombre como intermediario.


No hay comentarios:

Publicar un comentario